RELECTURA EN TORNO A LA CARTELÍSTICA DE JOSÉ SEGRELLES 2/2








-II-

Avanzadas ya algunas observaciones de carácter globalizador, quizás no está de más, tampoco, que atendamos formalmente a algunas de las coordenadas fundamentales, consideradas -por lo común- como imprescindibles a la hora de valorar, en su justa medida, el entramado del diseño gráfico que, en última instancia, es constituyente de las propuestas cartelísticas. Desde tales presupuestos, se avanzarán aquí determinadas anotaciones de carácter formal, respecto a los elementos básicos de la labor de diseño, en su vertiente gráfica, acentuando particularmente aquellos datos que se vislumbran como más pertinentes en lo que a la actividad cartelística de José Segrelles se refiere. Un primer punto, altamente relevante, lo constituyen los principios de equilibrio y de dinamismo en las concepciones de Segrelles. Como es sabido, en la noción de equilibrio se hace directa referencia a las fuerzas opuestas, en unidad, que alcanzan una situación de reposo, mientras que el dinamismo apunta hacia cualquier tensión observable entre los elementos formalmente integrantes del cartel. Piénsese cómo Segrelles recurre a la utilización de las diversas posiciones del sistema horizontal, vertical y central, respecto al mapa estructural de sus propuestas cartelísticas. Así en muchos de sus trabajos opta por crear una importante sensación de equilibrio, acentuando el uso normalizado del conjunto de tales coordenadas, en el campo sobre el cual se desarrollan las diversas fuerzas compositivas, presentes en tales carteles ("Boceto para la Alhambra", "Visitad Palma" o "Visitad Granada"). Otras veces logra efectos semejantes de equilibrio, a través de la verticalidad central de una figura que contribuye, con su peso visual, enormemente significativo, a crear una importante sensación de estabilidad ("Campaña contra el Alcoholismo I", "Sociedad Protectora de Animales" o "Besuchen sie Valencia"). Pero asimismo, lógicamente, también recurre José Segrelles a importantes desviaciones respecto a tales ejes paradigmáticos, potenciando la oblicuidad -o diagonales- que, ya de por sí, provoca un gran efecto de dinamicidad ("V Centenario de S. Vicente Ferrer", boceto de "Escena deportiva F. C. Barcelona", "F. C. Barcelona" o "Real Aero Club de Cataluña"). De hecho, la tensión que provoca en la mirada, esa sugerencia de movimiento, logra que el cartel represente el tema a comunicar en un doble aspecto de permanencia y cambio, aspecto que se traduce en una relación recíproca entre el espacio y las fuerzas cartelísticas. Al fin y al cabo, las fuerzas del cartel están todas ellas definidas en el espacio, siendo -como se sabe- la dirección, la forma, el tamaño y la ubicación "gestáltica" que conllevan dichas fuerzas tensionales, las que determinan dónde se aplica la dirección y la velocidad del movimiento. Se trata, pues, de una especie de trilogía básica: el espacio, los centros del cartel y las fuerzas que se caracterizan en relación a ambos. De hecho José Segrelles, en algunos de sus carteles más sobresalientes, ha sabido potenciar esa tensión implícita en la conexión equilibrio / dinamismo, buscando (sobre todo en los temas de deporte o de espiritualidad) que las "fuerzas perceptuales", es decir las tensiones psicológicas que se dan en la percepción de dichos carteles, se agudicen al máximo. Y, en función de ese juego relacional -equilibrio / dinamismo- estructura la unidad de la propuesta visual del cartel, ya que al actuar sobre el resto de los elementos formales, tiende a relacionarlos también en una misma configuración perceptiva, paralelamente al grado de atracción y repulsión que conlleve dicha relación. Otro aspecto a destacar, en el estudio de la cartelística de Segrelles, es su habitual recurso a potenciar el centro de equilibrio -que ejerce su poder a través de la zona media del cartel, adquiriendo particular vigor en la mitad de dicha zona-, transmitiendo una profunda sensación de estabilidad. Por lo común, esa fuerza de la zona media dota, además, de una intensa simetría al conjunto, en relación intrínseca con el principio de centralidad. No en vano dicho centro de equilibrio funciona como núcleo, dota de peso y estabilidad a la composición y acoge el tema mismo, potenciándolo. ("Auto- móviles Lincoln", "Visitad Granada" o "Noces d'Argent F. C. Barcelona"). En realidad, la mayoría de carteles presentan un esquema visible de sistema centrado más sistema cartesiano, que también se aplica al ámbito pictórico. Pero mientras, por una parte, la combinación de ambos sistemas en el contexto pictórico de José Segrelles quizás sirve para representar un enunciado simbólico sobre la condición humana, por otra parte, en su cartelística ejerce la función más paradigmática de interpretar y señalar el tema comunicacional del cartel. ¿Cómo ignorar el impacto de esa dualidad -equilibrio / dinamismo- sobre las formas, ayudando, como hemos ya dicho, a unificar la configuración visual? Sin duda, es la forma el elemento más vulnerable respecto a tal relación, pero también es la clave predominante en la cartelística de Segrelles, que seve reforzada por toda una serie de recursos gráficos. De ahí el interés de cotejar entre sí –cuando es viable- tanto los dibujos preparatorios como los bocetos directos, junto al cartel definitivo. Cualquier análisis de los recursos gráficos, en conexión con la forma, debe tener en cuenta determinados aspectos, tales como la importancia del contorno, el grado de esquematización de las figuras, valor de la línea, repeticiones gestálticas, desarrollo del color, la tipografía, etc. Su estudio pormenorizado, respecto a los carteles de Segrelles, exigiría, ya de por sí, un trabajo monográfico, cuyo lugar no es éste -por supuesto-. Sin embargo, atendiendo tan sólo a la globalización, podemos afirmar que los trabajos cartelísticos de Segrelles tienden a crear una estrategia de intervención -sobre todo en sus más destacadas aportaciones- donde priman los principios de simplicidad y de ordenación, aunque bien es cierto que tampoco faltan numerosas excepciones a la ley de la parsimonia. Ambos principios se relacionan, de manera inmediata, con el equilibrio visual de las formas, tamaños, direcciones, colores, distancias, texturas y tensiones, estableciéndose un orden en el que todas las fuerzas estructurales se sostienen unas a otras, logrando una adecuada interacción entre ellas. Lo que si que es cierto es que Segrelles -como buen ilustrador gráfico- consigue una considerable síntesis entre el equilibrio de las fuerzas en el campo perceptual y el control de la estructura compositiva que propone. Con ello se evidencia la profunda interacción existente entre los elementos formales del cartel y el mensaje transmitido, ya que tanto los rasgos formales principales como sus detalles complementarios nos revelan poderosamente el contenido y la información deseada. De hecho, es un lugar común esperar -ante una propuesta cartelística- que el espectador pueda llegar fácilmente a captar la estructura general y sus partes, toda vez que el orden que percibe el espectador no es sino una especie de reflejo del orden interno y de la simplificación estructural de cada cartel. En ese sentido, debemos entender la conformación de los carteles de Segrelles como equivalente estructural del mensaje que, en cada caso, se desea transmitir. Y en tal juego de correspondencias radica una de las claves estimativas de la eficacia cartelística. Si la estructura formal se nos ha presentado como requisito ordenador, en su variable simplicidad, no hay que olvidar que tal estructuración se desarrolla, justamente, en un inmediato diálogo con el espacio. Y la vertiente espacial se perfila, en el conjunto de la cartelística de Segrelles, de dos maneras, que conviene tener en cuenta, incluso en este breve recorrido que estamos efectuando sobre sus trabajos. Por un lado, tenemos aquellos carteles, en los cuales la relación figura/fondo aparece perfectamente delimitada y no conlleva, ni da pie, a ningún tipo de ambigüedad. ("Anuncio Ford", "Vermouth Cinzano", "Bocetos para F. C. Barcelona" o "Anuncios de Cerveza I y II"). En esta relación bidimensional, los intersticios entre las figuras y/u objetos del cartel están cuidadosamente definidos, poseyendo una gran entidad por sí mismos y siendo perceptibles por derecho propio, creando un contenido de la composición cartelística relativamente simple, como es el que se produce mediante la acomodación de dicha composición a dos planos frontales, dando énfasis al concepto de frontalidad, frente al cual el espectador recorre visual- mente el cartel. Por otra parte, abundan los carteles de Segrelles donde se nos presentan claras sugerencias de profundidad, logradas mediante las líneas de contorno, el color, la luz, los niveles de subdivisión, los gradientes, el traslapo, el escorzo, la inclinación respecto al plano frontal, cierto carácter volumétrico, posición del plano de la imagen, relación entre las dimensiones, etc. Quizás el conjunto de la serie "Visitad..." puede servir de ejemplificación global de lo dicho. En realidad, tal efecto de tridimensionalidad -que ya de por sí es débil cómpite con otros importantes factores que refuerzan la bidimensionalidad, como puedan ser la visión estereoscópica, el paralaje de movimiento, la acomodación del cristalino del ojo que informa de la planitud del cartel, el sentido del tacto asegurando de su lisura, etc. Desde un punto de vista bidimensional, es más fácil localizar tanto el centro de equilibrio de toda la composición como los centros de cada objeto y/o figura individual. Por otra parte, los centros -dentro del espacio de dos dimensiones en que se convierte el cartel- se adhieren como grupo de apoyo a las figuras / objetos principales, mermando la apertura perspectivística o en profundidad. Asimismo el color logra, mediante la complementariedad, relacionar los objetos del primer plano con el fondo. Y el marco plano del cartel ysu adhesión a una pared plana corroboran la información de origen fisiológico que comunica al espectador que se halla ante un objeto plano. En consecuencia, podríamos afirmar que el factor espacio se sitúa en una espacialidad intermedia entre lo bidimensional y lo tridimensional. Pero ¿cómo se establece, en estos casos, la relación del espectador? Quizás sea imposible responder taxativamente a esta cuestión y depender de cuál sea la zona del cartel que centre la atención del espectador. Según ello, éste se encontrará frente a un espacio bi/tridimensional e incluso puede llegar a percibir simultáneamente ambas visiones, debilitando respectivamente sus propiedades intrínsecas. En el caso de que el espectador fije su atención en la disposición bidimensional del cartel, se producir la coincidencia lineal entre ambos ejes visuales. Si, por el contrario, el espectador se centra en la situación tridimensional del cartel, el eje central de la sugerencia de profundidad representada en él converge oblicuamente respecto a la línea visual del espectador, produciendo una relación más compleja y de mayor tensión. Por último, si permanece en ese reino de la espacialidad intermedia, las relaciones entre espectador y cartel se situarán en una ambigüedad direccional no definida. En cualquier caso, tales efectos de espacialidad son bien conocidos por los especialistas y la práctica alcanzada por José Segrelles -sobre todo en sus ilustraciones- asegura plenamente este dominio de la composición, como también hacía lo propio respecto a otros elementos no menos básicos en su actividad cartelística, como son el color y la luz, justamente para mejor lograr esa espacialidad intermedia, cuando lo consideraba necesario. El color y la luz se relacionan intrínsecamente en el sentido de que la luz se percibe como la sensación que provoca el estímulo color en el campo cartelístico o -en otros términos- el color del objeto / figura representado en el cartel. Y tal influencia rec¡proca puede especificarse en una serie de observaciones. La luz, a través de los valores altos o claros de los colores, provoca una sensación lumínica sobre la superficie plana del cartel. En realidad, la luminosidad de los colores depende del contexto cromático y/o luminoso dentro de la totalidad compositiva que es el cartel, siendo precisamente el fenómeno de cierto resplandor, un ejemplo de esa relatividad de los valores lumínicos. De hecho, la luz de un color modifica, por completo, las cualidades lumínicas de los demás colores del cartel. Además, la luminosidad también responde -como el color y el resto de los elementos formales- a la ley de la simplicidad, de tal manera que el efecto de iluminación se origina de la tendencia a la estructura más simple. Ya los gestaltistas -y Arnheim desde la historia del arte- nos han aportado suficientes argumentos y principios experimentales como para que aquí, nosotros, insistamos más a tal respecto. Si atendemos a los carteles de José Segrelles que destacan por los juegos lumínicos ("Automóviles Lincoln", "XXVIII Vuelta Ciclista", "Visitad Granada"...) constataremos cómo los elementos cromático/luminosos, como el matiz, el tamaño, la saturación, grado de luminosidad..., y el lugar de cada uno de los colores logran estabilizarse entre sí, no provocando disonancias o repulsiones que, en cualquier caso, alterarían el mensaje visual y comunicativo del cartel. Asimismo esa correspondencia estructural influye sobre el grado de simplicidad de la totalidad, que debe ser aprehendida por el espectador. Además, la luz y el color -entendidos como contrapuntos o equilibrios dinámicos de los carteles- se transforman en rasgos formales determinantes de la expresión que, a menudo, domina en la cartelística de José Segrelles. No se olvide, una vez más, que al hablar aquí de "expresión" referida a los carteles nos estamos refiriendo a la correspondencia estructural necesaria entre la forma característica que se percibe y la significación que se debe transmitir. Aunque tradicionalmente la función comunicativa de un cartel anula, en gran medida, la importancia del factor expresión, en la cartelística de José Segrelles parece ocurrir todo lo contrario, siendo la expresión el elemento encargado de transmitir contenidos universales a través de la imagen cartelística, requiriendo un alto grado de captación, por parte del espectador. La expresión se manifiesta especialmente, además, a través de los rostros de los personajes, al reflejar perfectamente las tensiones internas -o la placidez- que acompañan la gestualización del acto o la propia fisonomía de los rostros. Piénsese, especialmente, en los carteles de tema deportivo, con toda la parafernalia que, en este sentido, conllevan.

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